Los perros ladran by Truman Capote

autor:Truman Capote [Capote, Truman]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Otros, Realista, Crónica, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 1951-01-01T00:00:00+00:00

SE OYEN LAS MUSAS (Segunda parte)

EL estreno en Leningrado de Porgy and Bess, un acontecimiento que debía cosechar una gran publicidad internacional, estaba previsto para la noche del 26 de diciembre, lunes, lo cual le daba a la compañía cinco días para prepararse y ensayar, tiempo más que suficiente, teniendo en cuenta que el espectáculo llevaba cuatro años de gira por el mundo. Pero Robert Breen, el director de producción, estaba decidido a que el público de Leningrado presenciara una representación lo más perfecta posible de Porgy and Bess. Breen y su enérgica socia y esposa Wilva y su ayudante, el amable aunque en exceso nervioso Warner Watson, estaban seguros de que los rusos se quedarían «de piedra» ante aquel montaje, de que jamás habían visto «nada parecido». Varios observadores, aunque compartían ese deseo, no estaban tan seguros. Desde cualquier punto de vista, ya fuera el de los americanos o el de los patrocinadores rusos, la noche del estreno prometía ser una de las más llenas de suspense en los anales del teatro. Pero la mañana de nuestra llegada aún faltaban más de cien horas para ese acontecimiento; y después de que unos autobuses transportaran a la compañía desde la terminal de Leningrado hasta el Hotel Astoria, todo el suspense giraba en torno al alojamiento.

El Astoria, situado en la impresionante extensión de la plaza de San Isaac, es un hotel Intourist: así se llama la agencia soviética que controla todos los hoteles donde se permite alojarse a los extranjeros. El Astoria, con toda justicia, tiene fama de ser el mejor hotel de Leningrado. Algunos lo consideran el Ritz de toda Rusia. Pero hay en él pocas concesiones a las ideas occidentales de lo que es un establecimiento de lujo. Una de ellas es la existencia, justo delante del vestíbulo, de una sala que se anuncia como Institut de Beauté, donde los clientes pueden encontrar Pedicure y Coiffeur pour Madame. El Institut, con su blancura jaspeada, con sus patéticos accesorios, parece una clínica de beneficencia supervisada por enfermeras no demasiado asépticas, y la permanente que Madame recibe en ella es posible que le deje el pelo con una textura excelente para fregar sartenes. Desde el vestíbulo se accede también a un trío de restaurantes que se comunican entre sí, lugares cavernosos tan alegres como un hangar. El que hay en medio es el restaurante más elegante de Leningrado, y por las noches, desde las ocho hasta las doce, una orquesta toca jazz ruso para el haute monde local, que casi nunca baila, sino que se sienta a contar morosamente las burbujas del champán de Georgia servido en vasos de jarabe. La oficina Intourist del hotel se encuentra tras un mostrador de poca altura, en el vestíbulo principal; su docena de mesas se distribuye a fin de que los empleados tengan una amplia panorámica, lo que simplifica la tarea de controlar a la gente que entra y sale. Y para hacerla aún más sencilla y eficaz han colocado matronas en cada planta,

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